En
una sociedad descentrada es importante capturar y dejar enunciados criterios de
validez que nos permitan como docentes, pedagogos e investigadores de la
educación, reconfigurar procesos formativos que solo se hacen posibles en la
lectura de los escenarios desde donde cohabitamos con las generaciones que nos
tocó acompañar en su proceso formativo. Quiero adentrarme para esta reflexión
académico asumiendo como base el texto de Jesús Martín Barbero cuando plantea
el concepto de Descentramiento y diseminación y las orientaciones
pedagógicas dadas por la docente María Inés Menjura en el modulo cognición y
educación. Inicio con este aparte del texto ”La nueva realidad una-redefinición
del sujeto de la educación”
…Deja claro que la escuela y la
familia parecen ser las dos instituciones más afectadas por las
transformaciones habidas en los modos de circular el saber, que constituyen una
de las más profundas mutaciones que sufre la sociedad contemporánea[1]
Identidad,
espacio, tiempo y sentido, parecen ser cuatro categorías en las cuales debemos
centrar nuestra mirada. La identidad se construye en un espacio y en un tiempo,
para ello, el cuerpo, los artefactos, lo mental y los sistemas sociales nos dan
identidad.
Cuando el autor planea el impacto que genera el mundo de las TIC precisa otros procesos
identitarios que se circunscriben en las realidades socioespaciales como una mutación de fondo con la aparición
del texto electrónico.
Decentramiento
Circulación de los saberes por fuera de la escuela y de los libros. El saber se
sale ante todo del que ha sido su eje durante los últimos cinco siglos: el
libro.[2]
Hoy las nuevas generaciones reclaman otras
dinámicas, otros espacios donde se conjugue lo virtual con lo presencial, la
cercanía del ser humano con el mundo de la virtualidad, es extraño que el espacio de la escuela sea
visto como la posibilidad de socialización, del encuentro con el otro para:
sentir la cercanía del maestro en sus roles de , amigo, redentor, consejero,
mamá, papá y tantos otros que en la cotidianidad nos toca abordar.
En ese orden de ideas, el módulo
sobre COGNICIÓN
Y DESARROLLO HUMANO orientado por la docente María Inés
Menjura Escobar, en el Programa de Maestría Educación Docencia
Universidad de Manizales nos da luces para intentar abordar los conceptos de Des-localización/des-temporalización
en los procesos formativos, donde los
saberes escapan de los lugares y de los tiempos legitimados socialmente para la
distribución y el aprendizaje del saber creo que los maestros asistimos
a una nueva generación pues tenemos en
nuestras manos, nativos digitales, que viven, intervienen y transforman sus
entornos con el uso de otros sistemas simbólicos, tales como imagen,
sonido, quinésicas, otros medios y mediaciones,
diferentes a las de nuestra generación; en ese orden de ideas, nosotros,
maestros del siglo XXI debemos hacer
lecturas con una mirada más semiótica.
Comprender estas nuevas formas de vida donde tal como lo plantea Barbero (2003) La des-localización implica la diseminación del
conocimiento, es decir, el emborronamiento de las fronteras que lo separaban
del saber común, no se trata sólo de la intensa divulgación científica que
ofrecen los medios masivos, sino de la devaluación creciente de la barrera que
alzó el positivismo entre la ciencia y la información, pues no son lo mismo
pero tampoco lo opuesto en todos los sentidos.
El
aprendizaje se había desligado de la edad para tornarse continuo, esto es, a lo
largo de toda la vida. Hoy nos encontramos con un sujeto mucho más frágil, más
quebradizo, pero paradójicamente mucho más obligado a asumirse, a hacerse
responsable de sí mismo, en un mundo en el que las certezas en los planos del
saber, como en el ético o el político, son cada vez menores.
“Con este sujeto es con quien tiene que lidiar
la educación: el de un adolescente cuya experiencia de relación social pasa
cada día más por su sensibilidad, por su cuerpo, ya que es a través de ellos
que los jóvenes –que hablan muy poco con sus padres– les están diciendo muchas
cosas a los adultos mediante otros idiomas: los de los rituales del vestirse,
del tatuarse y del adornarse, o del enflaquecerse conforme a los modelos de
cuerpo que les propone la sociedad por medio de la moda y de la publicidad”.
Con estas reflexiones
pedagógicas y analizando el sentir de mis estudiantes de la básica, sus
exposiciones, sus sentires, me detuve a escuchar y a analizar el video del
grupo Calle 13“Calma Pueblo” que en una de sus exposiciones sobre culturas
urbanas, vi una gran oportunidad de
aprendizaje porque articulé el contenido de este centrado en el desencanto de
nuestros chicos con las dinámicas educativas de hoy al interior de la escuela y
de la familia, de repente, escucho a mi maestra, María Inés Menjura en su
discurso sobre cognición y educación y la postura de Barbero (2003) y logro cruzar la
información para comprender aún mejor lo que sucede y asumir postura en torno a
lo que vivimos al interior de las nuevas dinámicas formativas.
Los maestros asistimos a
una nueva generación; tenemos en
nuestras manos, nativos digitales, que viven, intervienen y transforman sus
entornos con el uso de otros sistemas simbólicos. Imagen, sonido,
quinésicas, otros medios y mediaciones,
diferentes a las de nuestra generación; en ese orden de ideas, nosotros,
maestros del siglo XXI debemos hacer
lecturas con una mirada más semiótica.
Comprender estas nuevas formas de vida.
Por un momento me detengo
en el texto del profesor Luis Bernardo Peña cuando dice “ Mi voz de maestro lleva el eco
de muchas otras voces” cuando hace la invitación a registrar nuestro
sentir en el aula y a hacer de lo cotidiano, algo extraño; a ubicarnos en la
otra orilla y vernos en el entorno del aula, acompañando nuevas generaciones en
su proceso formativo.
Palabras que retumban en
mi oído, porque me evocan el sentir de tantos maestros y maestras que en
nuestro afán por dar lo mejor de sí y de la manera más humana nos quedamos
cortos con el lenguaje, debemos generar cambios en nuestra condición de
maestros, mi yo comparado con el otro, con la diferencia que son mis
estudiantes.
Es inminente que tenemos temor a emitir nuestras apreciaciones,
nuestros juicios de valor, nuestros sentires, nuestras emociones y qué se yo,
nuestra esencia de ser humanos, que en la cotidianidad académica y pedagógica
que nos reúne es necesario que desde nuestro texto autobiográfico develemos qué
hay en nuestro interior para entender las
nuevas lógicas formativas para
abordar los retos que la educación pone en nuestras manos.
Leemos, soñamos y vivimos
un país que pese a lo desdibujado nos deja con la ilusión de reconstruirlo a
través de la escuela, pero muy fundamentalmente, a través de la palabra, como
nos lo muestra Octavio Paz, “Estamos hechos de palabras”.
Cuando escucho el discurso de la profesora Maria Ines Menjura, en torno a la formación de estas nuevas generaciones; pienso por un momento que sin distingos socioespaciales, los nativos digitales parecieran estar manifestando una gran desmotivación frente a su proceso formativo, se deja entrever la necesidad de la reflexión a partir de la práctica pedagógica regular, como uno de los medios para la construcción de conocimiento, que indefectiblemente se debe escribir, permitiendo un legado para las generaciones nacientes, máxime en este momento de la historia donde la autonomía escolar, regida a través del Proyecto Educativo Institucional, tiene un compromiso escolar y social; debe estar no sólo visionada a tener aprendizajes más significativos, más articulados, más contextualizados y pertinentes, sino también una autonomía escolar evidenciada en los proyectos de aula, de núcleos interdisciplinares, institucionales entre otros.
En esta medida, creo que el seminario, centrado en la Cognición y Desarrollo Humano, hace una invitación clara a leer en las prácticas educativas cotidianas, el saber pedagógico, pero más que dotarnos de herramientas para leerlo, es escribirlo y perder el temor a hacer de nuestras reflexiones la posibilidad de dar a conocer todo cuanto acontece en el aula regular, para presentar la diferencia, la creatividad y el sello propio de cada maestro con su cultura escolar y su capacidad de asombro frente a cuanto lo rodea; ese saber pedagógico se empieza a convalidar en la misma práctica ya que está sujeto a la crítica con los actores institucionales; léase, comunidad educativa.
Retomando el discurso pedagógico orientado desde este seminario, dentro de las muchas reflexiones pedagógicas hechas semana a semana en mi práctica regular, he podido fortalecerme a partir de la postura y el aporte de otros maestros y maestras que en un trabajo constante y consciente están repensando no sólo su condición de forjadores de una institución más crítica sino creadores de visiones intersubjetivas para intentar leer la cultura escolar desde las necesidades sociales, como lo diría D. A. Schön, conocimiento en la acción.
Cuando escucho el discurso de la profesora Maria Ines Menjura, en torno a la formación de estas nuevas generaciones; pienso por un momento que sin distingos socioespaciales, los nativos digitales parecieran estar manifestando una gran desmotivación frente a su proceso formativo, se deja entrever la necesidad de la reflexión a partir de la práctica pedagógica regular, como uno de los medios para la construcción de conocimiento, que indefectiblemente se debe escribir, permitiendo un legado para las generaciones nacientes, máxime en este momento de la historia donde la autonomía escolar, regida a través del Proyecto Educativo Institucional, tiene un compromiso escolar y social; debe estar no sólo visionada a tener aprendizajes más significativos, más articulados, más contextualizados y pertinentes, sino también una autonomía escolar evidenciada en los proyectos de aula, de núcleos interdisciplinares, institucionales entre otros.
En esta medida, creo que el seminario, centrado en la Cognición y Desarrollo Humano, hace una invitación clara a leer en las prácticas educativas cotidianas, el saber pedagógico, pero más que dotarnos de herramientas para leerlo, es escribirlo y perder el temor a hacer de nuestras reflexiones la posibilidad de dar a conocer todo cuanto acontece en el aula regular, para presentar la diferencia, la creatividad y el sello propio de cada maestro con su cultura escolar y su capacidad de asombro frente a cuanto lo rodea; ese saber pedagógico se empieza a convalidar en la misma práctica ya que está sujeto a la crítica con los actores institucionales; léase, comunidad educativa.
Retomando el discurso pedagógico orientado desde este seminario, dentro de las muchas reflexiones pedagógicas hechas semana a semana en mi práctica regular, he podido fortalecerme a partir de la postura y el aporte de otros maestros y maestras que en un trabajo constante y consciente están repensando no sólo su condición de forjadores de una institución más crítica sino creadores de visiones intersubjetivas para intentar leer la cultura escolar desde las necesidades sociales, como lo diría D. A. Schön, conocimiento en la acción.
Termino diciendo que este curso fue un
espacio académico que me permitió reflexionarme y fortalecerme en la parte
formativa en mi condición de maestra, asumiendo posición, viviendo intensamente
la cotidianidad de la escuela y mi relación con los alumnos, ya que el trabajo
de un maestro está lleno de experiencias vitales: afectos y odios, triunfos y
derrotas, gratitudes y olvidos, mundos posibles e imposibles, angustias y
alegrías, esperanzas y miedos…”
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